5.9.06

 

LA UNA, EL TLC Y EL CONGRESO

El día 4 de setiembre en horas de la noche miembros de nuestro Consejo
Universitario (Dr. Olman Segura, Rector; Licda. Sandra León, Vicerrectora
Académica; Dr. Albino Chacón; estudiante Emil Martínez de la FEUNA y el Dr.
Henry Mora, como invitado especial) comparecieron ante la Comisión de
Asuntos Internacionales de la Asamblea Legislativa para afirmar y ampliar la
posición de la Universidad en relación con el Tratado de Libre Comercio.
Acompañados de una buena cantidad de estudiantes, quienes desde las barras
expresaban también su posición mediante carteles y leyendas, los miembros
del Consejo explicaron detalladamente porqué el actual Tratado es lesivo en
muchos ámbitos de aplicación para el país y porqué no debe aprobarse.

Debo decir que conforme avanzaba la presentación, conforme el Rector de la
UNA y el Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, planteaban las tesis
principales, así como la vehemencia de don Albino Chacón y la posición de
doña Sandra y Emil se afirmaban, me fui sintiendo convocado y metido de
lleno en una pelea que de veras va más allá de un simple estar en contra de
un Tratado Comercial. En esos momentos recordé a Martí, algunas cosas de
Octavio Paz ("...en las circunstancias actuales la carrera hacia el
desarrollo es mera prisa por condenarse...") y recordé nuestras frecuentes y
multitudinarias marchas en la década de los setentas. Todo eso me obligó a
reflexionar que en realidad lo que en el fondo afirma y defiende la UNA,
como también otras instituciones y sectores sociales, no es un difuso
derecho al berreo o una ideología que ve hacia el pasado, sino la urgencia,
la obligación moral de luchar por una sociedad donde "la calidad de la
existencia humana sea la medida última del desarrollo" (Alan Berg).

Queremos, y quedó expuesto en las palabras de Emil y Albino, ver el
desarrollo del país como algo más que un desarrollo económico, que podamos
pensar una sociedad donde el arte, los recursos hídricos, el ambiente, la
educación, la salud, no sean metidos más de lo que ya están dentro del ciclo
comercial por la voracidad de cierto capital nacional y transnacional que
perdieron desde hace mucho la noción de realidad. Lo que se defendió el día
de ayer, lo que se afirmó en el primer poder de la República, fue un sueño:
el sueño de una sociedad posible que asuma plenamente la responsabilidad de
elaborar sus propias rutas, de construir sus propias alternativas de
desarrollo incluyente. Sutilmente capté que este país está, como ahí se
dijo, realmente escindido, realmente fracturado. Por un lado los voraces que
bajo la ideología de un desarrollo abstracto (mayor empleo, mayor comercio,
mayor inversión...) hacen todo lo posible por meter todo, hasta nuestras
necesidades de futuro dentro del mercado transnacional y quienes, por otro
lado, afirmamos que es insostenible el actual esquema de desarrollo, que es
inviable la forma en que se quiere participar de una globalización que como
ya se ha dicho muchas veces es la globalización del capital, donde el
capital, asfixiado por la competencia global y por la inestabilidad social y
política, busca nuevas fuentes de ganancia, a costa de la propia
sobrevivencia de lo vivo. Esa globalización no es la globalización ni del
empleo ni de la seguridad social, ni de la educación ni de la salud.

Contra ese esquema se afirmó la UNA el día de ayer. Esto nos obliga,
indudablemente, a incorporarnos plenamente a una lucha durísima, lucha que,
se anuncia, va probablemente a llevarnos a las calles, a menos que los
diputados, inteligentemente, decidan no aprobar el Tratado. Pero ayer mismo,
mientras se transmitía la comparecencia, un canal privado pasaba cortos
sobre las bondades del Tratado, donde por cierto se utiliza a trabajadores
del textil, que se ven en el fondo de la imagen, cosiendo prendas al estilo
de la primera escena de Tiempos Modernos de Chaplin. Por esta razón en este
mes de la independencia no podemos caer en la tentación de defender una
independencia ideologizada, que querrán utilizar para decirnos que nuestra
segunda independencia sólo es posible con la aprobación del Tratado.

Felicito sinceramente a los miembros de nuestro Consejo Universitario y al
invitado especial que comparecieron ante la Comisión de Asuntos
Internacionales de la Asamblea legislativa. Siento que fueron consecuentes
con el sentimiento de la mayoría de este país que a pesar de los medios de
comunicación en el fondo saben que el Tratado es, como dijo Merino, más de
los mismo: ganancia desmesurada de unos pocos y profundización de las
asimetrías.

Gerardo Morales
gmorales@una.ac.cr

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